En España se dice actualmente el que se fue a Sevilla, perdió su silla. Sin embargo la expresión inicial era el que se fue de sevilla, perdió su silla. El origen de esta expresión está en un suceso ocurrido en el reinado de Enrique IV de Trastamara en Castilla. Alonso I el Viejo era el obispo de Sevilla y su sobrino Alonso II el Mozo el obispo de Santiago de Compostela en Galicia.

Sin embargo como la diócesis de Santiago estaba muy revuelta, Alonso II le pidió a Alonso I que se cambiaran los obispados, a lo que Alonso II accedió.
Resueltos los problemas Alonso I le pidió a su sobrino que volvieran a intercambiar los obispados, a lo que Alonso II, acostumbrado ya a la vida sevillana se negó. Fue necesaria la intervención del Papa y del Rey para conseguir que Alonso II volviera a Santiago.
